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EL CARDENAL CISNEROS. A las tres y cuarto de la tarde del viernes último lanzóse al agua, en el astillero del Ferrol, el hermoso acorazado Cardenal Cisneros. Sensacionales y de espectactión fueron los momentos en que, separados los puntales y cortadas las amarras, se deslizo, solemne y majestuosamente, aquella mole de hierro que está destinada a pasear sobre los mares el glorioso e invicto pabellón nacional. Cuantos el acto presenciaron, y pasaban de diez mil almas, prorrumpiereon en aplausos y vivas a España, a la marina española y a los arsenales del Ferrol De la Coruña, Betanzos, Puentedeume y Ortigueira, concurrieron en vapores y carruajes infinidad de personas. Con el entusiasmo de los buenos patriotas saludamos al nuevo acorazado, y damos nuestra sincera felicitación a los ingenieros que han dirigido la construcción del nuevo barco y a la perita maestranza de los arsenales gallegos. Revista gallega, La Coruña, domingo 21 de marzo de 1897, p. 6.
EL “CARDENAL JIMÉNEZ DE CISNEROS” LA BOTADURA (POR TELÉGRAFO) (DE NUESTRO REDACTOR-CORRESPONSAL El Ferrol 19 (4,30 tarde) Mucho antes de la hora señalada para el lanzamiento del acorazado Cardenal Jiménez de Cisneros, veíanse las calles de esta ciudad llenas de compacta muchedumbre que se dirigía hacia los astilleros con objeto de presenciar el acto de la botadura. Entre la concurrencia figuraban muchos forasteros. Las gradas destinadas a los invitados estaban ocupadas por distinguidas personas.La nave destacábase gallarda, aprisionada por escasas llaves y por la trinca de retenida. Sobre cubierta ondeaba la enseña de la patria. A las dos y media el ingeniero Sr. Lacaci se acercó al capitán general, Sr. Arias Salgado, para pedirle la venia a fin de proceder al lanzamiento, y concedida aquélla, se procedió a la bendición del buque. El vicario D. Benito Buceta, precedido de cruz alzada, bendijo a la nave en la proa y en los costados. Acto seguido se dio comienzo a las maniobras. El ingeniero se colocó en su puesto, y luego, a toque de corneta, se quitaron simultáneamente las trece escoras que el barco tenía por banda. En seguida se dio la voz de “Fuera llaves” y se quitaron las dos que había a cada lado. Al quitarse la pica de retenida, la inmensa multitud enmudeció llena de ansiedad. Fue un instante solemne aquel en que los carpinteros cortaron el calabrote y quedó el buque apoyado solo con la zapata en la corredera. Para dar el impulso se empleó una prensa hidráulica de trescientas toneladas que empujando sobre la cabeza de la zapata hizo que la nave se deslizara majestuosamente por la corredera. El acorazado cayó al mar con toda felicidad a las tres de la tarde, levantando una fuerte ola al entrar en el agua. En aquel instante la música de marina tocó la marcha real y la multitud rompió en atronadoras exclamaciones de entusiasmo. Los vítores a España, a la marina y a los arsenales se repetían incesantemente, mientras detonaban multitud de bombas y los vapores saludaban con sus silbatos a la nueva nave de guerra, que libre ya de todo estorbo, recorrió largo trecho en las aguas de la amplia bahía. No ha habido necesidad de que el Cardenal Jiménez de Cisneros largase las anclas que llevaba a prevención. Pocos momentos después de haberse detenido el acorazado, el vapor Hércules lo remolcó hasta la dársena del arsenal, donde se le montarán las calderas. El buque tiene ciento seis metros de longitud y quince de altura. El acorazado ha sido construido por la maestranza del país y no hay en él nada que sea extranjero. El año último se dio gran impulso a los trabajos, en los que se ocuparon seiscientos hombres. Las obras estuvieron paralizadas en distintas ocasiones y durante bastante tiempo por diversas causas. Puso la quilla del nuevo acorazado el ingeniero D. José Torrelló, y el último que ha dirigido los trabajos es el ingeniero D. Manuel Hernández. FEDERICO MARQUÉS.
El Imparcial, Madrid, sábado 20 de marzo de 1897, p. 1.
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