NO

No (Pablo Larraín, Chile, 2012)

Santos ZUNZUNEGUI

Universidad del País Vasco

 No (2012) de Pablo Larraín es una película de producción chilena escrita por Pedro Peirano tomando como punto de partida la obra teatral inédita del escritor Antonio Skármeta, titulada El plebiscito. Visto el film desde la perspectiva que nos ofrece la evolución de la carrera posterior de Larraín, podemos contemplarlo como el primero de sucesivos intentos de abordar por parte del cineasta determinados aspectos significativos de la historia reciente de su país. Así, en 2015 presentaría El club que aborda, con crudeza, el tema de los sacerdotes vinculados con problemas de pederastia y en 2016 Neruda, retrato complejo del gran poeta y político comunista Pablo Neruda.

No se presentó en la Quincena de Realizadores en el Festival de Cannes del 2012 donde obtuvo el premio principal. Ese mismo año No se convirtió en la primera película chilena nominada para el Oscar al mejor film extranjero. En el año 2014 se exhibió en la Televisión Nacional de Chile una versión expandida del film en forma de una miniserie de cuatro capítulos que duplicaba la duración de la obra cinematográfica.

La película relata desde el punto de vista de sus impulsores y creadores la campaña por el “No” en el plebiscito de 1988 con el que el General Pinochet, quince años después de su sangriento golpe de estado, buscaba perpetuarse en el poder con una apariencia democrática.

De hecho el film se abre con cinco expresivos intertítulos, presentados a la manera de paneles publicitarios que van sustituyéndose uno a otro y que sirven para enmarcar el relato que va a desarrollarse a continuación. De esta manera se pone en antecedentes al espectador sobre el marco en el que se van a tener lugar los acontecimientos que se van a poner en escena. Estos son los cuatro primeros intertítulos:

  1. “En 1973 las Fuerzas Armadas de Chile dieron un golpe de estado al Gobierno del Presidente Salvador Allende. El General Augusto Pinochet tomó el control del país”.
  2. "Luego de 15 años de dictadura Pinochet enfrentó fuertes presiones internacionales para legitimar su régimen”.
  3. “En 1988 el Gobierno llamó a un plebiscito. El pueblo votaría SI o NO a la permanencia en el poder por ocho años más”
  4. “La campaña duraría 27 días, con 15 minutos diarios de televisión para la opción SI y 15 minutos para la opción NO”

Inmediatamente comparece en pantalla un intertítulo (el quinto) con un NO de grandes dimensiones que ubica al espectador ubicándolo una versión de la pieza publicitaria que va a resumir la campaña a cuya creación asistiremos. De esta manera el film, al tiempo que enuncia su título, confiesa desde su mismo comienzo sus intenciones de convertirse en una crónica de la construcción de ese No. Aunque como veremos no se tratará de una reconstrucción épica sino que el punto de vista que el cineasta va a adoptar sobre el tema presentará aristas notables y huirá de cualquier posición simplista.

Conviene no perder de vista que todo el mundo conoce, a estas alturas, transcurridos casi treinta años de los sucesos relatados por la película, que el plebiscito se saldó con la, para muchos imprevista, derrota de Pinochet que solo obtuvo un 43% de los votos escrutados frente al 55% que alcanzaron los partidarios del NO. Este resultado condujo a las elecciones parlamentarias y presidenciales de 1989 y al retorno de Chile a la democracia.

Si resaltamos este aspecto es para subrayar que la no existencia de suspense sobre cual pueda ser el resultado de la contienda que opone en el film a los partidarios de ambas posiciones políticas, permite a los autores del mismo concentrarse en el estudio de los mecanismos que hicieron posible el resultado obtenido sin que el espectador quede atrapado, como tantas veces sucede en el cine más convencional, por una tensión narrativa que ponga el acento en quién puede ser el que se lleve el gato al agua. De esta forma el cineasta queda libre para concentrarse en los aspectos del relato menos relacionados con el puro desarrollo mecánico de los acontecimientos y dedicar su atención a aspectos que podían quedar en un segundo plano. Baste citar el énfasis que el film pone en las diferencias de estrategia publicitaria (¿y política?) que se apuntan entre el variopinto grupo que forma el frente democrático de una oposición que reunía desde fuerzas democristianas hasta el partido comunismo.

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El film toma como hilo conductor al personaje de René Saavedra, joven creativo publicitario, interpretado por el famoso actor mexicano Gael García Bernal. Que duda cabe que la presencia de García Bernal contribuyó en buena medida al éxito del film con su notable interpretación y facilitó su visibilidad al ser interpretado por una estrella cinematográfica de primera magnitud cuya popularidad rebasa el ámbito latinoamericano. Precisamente, cuando en No se habla (apenas un esbozo) del pasado del personaje (su estancia en México durante parte de los años de la Dictadura) esta información funciona en dos niveles: uno, obvio, el de contextualizar al personaje como, posiblemente, ligado a un grupo familiar de opositores a Pinochet que tuvieron que exiliarse; otro, de corte pragmático, justificar el acento mexicano del actor que podía rechinar en los oídos de los espectadores chilenos que, recordémoslo, formaban el target principal (por utilizar el lenguaje publicitario del que el film hace abundante uso) del proyecto cinematográfico.

En el film René Saavedra es un joven y brillante creativo que trabaja en una prestigiosa agencia publicitaria y que está imbuido de unas nuevas técnicas de marketing de las que todavía está ayuno el mundo de la publicidad chilena. Contactado por uno de los miembros de la oposición, antiguo amigo de su padre, para una labor de consultoría de cara a la manera de concebir por la oposición la propaganda de cara al No, Saavedra se involucrará de manera progresiva en la campaña intentando hacer entender a sus compañeros la necesidad de plantear una campaña que mire hacia el futuro, que renuncie a regodearse en un pasado próximo de dolor y sangre, para insistir en “la alegría que viene”. Por eso defenderá una publicidad política muy genérica, basada en conceptos abstractos ((“felicidad”, “optimismo” y “alegría”) lo que no siempre será bien aceptado por sus correligionarios que, en muchos casos, se sienten incapaces de renunciar a la denuncia abierta y directa de una dictadura que llenó las calles de sangre.

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No (Pablo Larraín, 2012)

 

Todo esto queda bien patente en la escena en la que Saavedra y su equipo muestran a la cúpula política de la oposición democrática el spot central de la campaña. A las imágenes (ver Infra) le acompaña una canción alegre y afirmativa que resume en su eslogan “por la vida y por la paz vamos a decir que NO”, su sentido.

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No (Pablo Larraín, 2012)

Poco a poco, las ideas de Saavedra consiguen ser aceptadas pese a las reticencias de los que piensan que este tipo de publicidad escapista deja en la oscuridad las atrocidades cometidas por la Dictadura. Por supuesto el Gobierno intenta obstaculizar por todos los medios la campaña del No, recurriendo a todo tipo de subterfugios entre los que no faltan ni los actos de censura ni los de intimidación contra los militantes demócratas. Saavedra, divorciado y que vive con su hijo de corta edad, será acosado en su domicilio y su jefe en la agencia de publicidad, intentará tentarle para que abandone la campaña del No ofreciéndole una participación como socio en la empresa.

Llegado el día del plebiscito y pese a que en un primer momento parece imponerse el Si, el No acaba triunfando. El momento climático, que marca el triunfo de los demócratas, acontece cuando las fuerzas policiales y militares que rodean la sede de los partidarios del No, comienzan a retirarse, mientras comienza a correr, incontenible la noticia del triunfo del NO.

Los títulos de crédito finales se superponen a las imágenes que muestran el traspaso de poderes en 1990 entre Pinochet y el nuevo Presidente demócrata, Patricio Alwyn.

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No (Pablo Larraín, 2012)

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Si queremos captar toda la complejidad del discurso de No, debemos estar muy atentos a la manera en la que el film presenta sus argumentaciones. Ya hemos destacado que la película está lejos de una simplista épica celebratoria de un éxito político. De hecho, se mueve en un terreno de calculada ambigüedad capaz de mostrar el haz y el envés de decisiones complejas que pueden tener una dimensión a corto plazo y otras a largo plazo. Que esta tensión estaba muy patente en el proyecto de Larraín lo dejan muy claro sus propias palabras:

El plebiscito del 5 de octubre de 1988 es una fecha vértice, una fecha bisagra; está todo el pliegue de la historia chilena metido ahí, de la reciente al menos. [La clave de No está en] cómo un grupo de personas toman las herramientas creadas, impuestas por la dictadura, esas herramientas sociales e incluso políticas, y las utilizan para crear un discurso que permite finalmente derrotar a Pinochet. […] Ahora, ¿es solo la derrota de Pinochet o es también la victoria del modelo de Pinochet? Esa ambigüedad creo que es la concepción de la película”


Agencia EFE (18 de mayo de 2012). “Pablo Larraín – Cannes: Película “NO” es una historia que merecía contarse” (HTLM.). www.lanacion.cl. Citado a partir de es.wikipedia.org/wiki/No_(película).

Esta dicotomía viene representada por el lazo que Larraín establece entre el inicio y el final del film, estratégicamente situados en momentos temporales inmediatamente anteriores y posteriores a la campaña del plebiscito. Tanto la escena de apertura como la de cierre nos permiten asistir a dos escenas de contenido similar. En ambas el equipo de creativos de una agencia, liderado por René Saavedra,  presenta a unos clientes los spots que han diseñado para vender sus productos: en el primer caso, una bebida refrescante de cola que se publicita con el eslogan “ahora cola free”; en el segundo el clip de lanzamiento de una nueva telenovela protagonizada por un grupo de mujeres, concebida a imitación de los films de James Bond y que va a ser exhibida por la televisión nacional con el título de “Bellas y audaces”.

Estas son las palabras con las que Saavedra presenta el primer trabajo:

Bueno, antes que nada quería mencionarles que lo que van a ver a continuación está enmarcado dentro del actual contexto social. Nosotros creemos que el país está preparado para una comunicación de esta naturaleza. No hay que dudar que la ciudadanía ha subido sus exigencias en torno a lo que le gusta. Seamos honestos, Chile hoy piensa en su futuro.

Antes justo de la presentación por parte de René Saavedra de la campaña publicitaria de la serie “Bellas y audaces” (en la que es la escena postrera de No), Luis “Lucho” Guzmán (interpretado por Alfredo Castro), como responsable máximo de la agencia presentará a René como “uno de los exitosos creativos de la campaña del No”. De hecho a estas alturas conocemos que Lucho ha tomado postura a favor del Si, involucrándose en su campaña, tratando de apartar a René de su colaboración con los partidarios del No (ofreciéndole, como ya hemos contado, incluso una participación accionarial en su agencia) e intentando contrarrestar los distintos manifiestos y spots que Saavedra va produciendo a lo largo de la campaña. En otras palabras, la colaboración entre ambos se habrá restablecido en toda su plenitud y Guzmán podrá sacar rentabilidad de contar en su empresa con el talento de Saavedra.

Estas son las palabras que René dirige a los ejecutivos de la televisión a los que presenta su campaña:

Bueno, quería mencionar antes que nada que nada que lo que van a ver a continuación está enmarcado en el actual contexto social. Nosotros creemos que el país está preparado para una comunicación de esta naturaleza. Seamos honestos, hoy Chile piensa en su futuro.

A estos dos discursos que se reflejan especularmente y situados en dos momentos tan importantes de un relato como son su inicio y su cierre, le hacen eco dos imágenes muy similares. Ambas escenas se abren (la primera) y se cierran (la segunda) con sendos primeros planos de René Saavedra que enmarcan, de esta forma, el relato. Entre la mirada asertiva de García Bernal en la primera escena y su presencia meditativa en la última es posible captar (talento del intérprete y del director) no solo el peso de una experiencia singular sino algo mucho más profundo, la puesta en imágenes de la interrogación que Larraín planteaba más arriba.

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No (Pablo Larraín, 2012)

Que duda cabe que la identidad del discurso de apertura y de clausura -aunque conviene no perder de vista que los títulos de crédito finales desfilan sobre imágenes documentales del traspaso de poderes entre el General Pinochet y en nuevo presidente de Chile el democratacristiano Patricio Alwyn- apunta en una dirección que, hay que subrayarlo, es doble. La primera es obvia: se trata de adelantar la idea de la trascendencia del envite que iba a suponer para las fuerzas democráticas chilenas el plebiscito de Pinochet y de cuyo resultado pendía el futuro del país.

La segunda, que es la que concede la complejidad al discurso de Larraín y Peirano tiene,  a su vez, dos niveles. El primero tiene que ver con el hecho de hacer patente que los cambios sociales y el paso del tiempo exigen a las fuerzas del No entender bien en que “contexto social” se mueven y aparcar las tentaciones del victimismo y la insistencia machacona en la derrota sangrienta que supuso el golpe de estado para sustituir (o, al menos, no colocarlas en primer plano) estas ideas por un discurso abierto y que mire hacia delante.

Pero junto con este aspecto está otro que no conviene despreciar. El film parece sostener que la publicidad política y la comercial (a la “cola free” le va sustituir el “Chile libre”), utilizan los mismos mecanismos de producción de sentido de tal manera que la distinción entre “publicidad” y “propaganda” es irrelevante en un contexto de relativa bonanza económica (por cierto, el argumento central de la campaña del Si incidía en la mejora económica del país) y que, de la misma, el triunfo del No se presenta acompañado de la asunción de que el “nuevo Chile” que viene es uno en el que los mecanismos de la sociedad de consumo se van a imponer tanto en el mundo de lo privado representado por la irrupción de los refrescos de cola en las pautas de consumo masivo como en el mundo de lo público donde la televisión estatal va a emitir productos de consumo modelados sobre el imaginario globalizado más convencional. Es en este marco donde cobran todo su sentido las palabras de Larraín arriba citadas cuando afirmaba que es posible decir que el resultado del plebiscito había supuesto no solo la derrota de Pinochet sino la victoria de su modelo.

Recapitulando, diríamos que No presenta un pensamiento cinematográfico de evidente complejidad. Canta la justa lucha de unos demócratas que consiguieron hacer ceder a una dictadura que parecía inexpugnable sin por ello llamarse a engaño acerca de eso que el héroe de la película, René Saavedra repite por dos veces a lo largo de la cinta: en el “contexto social actual” hay que preguntarse acerca de la manera concreta en que los grupos sociales y las naciones “piensan su futuro” si queremos actuar de manera efectiva para modificar la sociedad.  

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