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Fiestas Mayas

Las fiestas patrias con su carácter eminentemente popular, han tenido este año un éxito mayor, si cabe, al de otros años, revelando una vez más el nervio patriótico del pueblo y el augusto respeto con que responde siempre a las grandes evocaciones del pasado.
Por su parte, el cinematógrafo de nuestra casa ha recogido las escenas más culminantes del acto, el que, ayudado por un día expléndido, hizo que la afluencia popular fuera enorme.
He aquí una ligera descripción: El centro de mayor atracción era la Plaza de Mayo y antes de la hora prefijada oficialmente, ya estaban las aceras circundantes y las calles próximas de los alrededores materialmente inundadas de gentío, ávido de presencia el paso del señor Presidente de la República, Dr. Figueroa Alcorta, conjuntamente con el grandioso desfile del Ejército y Marina.
Efectivamente, al poco rato hace su aparición el primer magistrado en compañía de los Ministros de estado, Diplomáticos extranjeros, Diputados, Senadores, Gefes de alta graduación y todos los demás invitados especialmente al Tedeum.
Terminado éste, aparece S. E. en el balcón central de la Casa de Gobierno, rodeado de su numeroso séquito, donde es saludado por estruendosas salvas de aplausos, en el resto de los balcones se colocan muchísimas familias de nuestra sociedad, realzando el acto.
Con toda la gallardía y varonil compostura que le es característica, llega enseguida el general Racedo con su Estado Mayor frente al balcón de S. E. y después de los saludos de estilo se coloca en el sitio desde donde ha de presencia el desfile de la tropa.
Esta desfila en hermosa columna de honor, abierta por la Escuela Naval, con toda la marcialidad guerrera que tantas veces hemos aplaudido y a la cual el público ha tributado justicieras ovaciones.
Al paso de las Banderas, la gente se descubre respetuosamente y saluda con visible entusiasmo.
Luego, con la misma disciplina y soltura, sigue la Artillería de Marina con sus cañones brillantes, tirados por robustas mulas, en medio de las ovaciones del inmenso gentío que no cesa de dar victores.
Más atrás, se destacan los Cadetes del Colegio Militar, jóvenes varoniles cuyos cuerpos parecen mecánicamente enfilados, tal es el orden y corrección con que marchan.
Un hermoso golpe de vista ofrecen los Batallones de Infantería, con su nuevo uniforme llevando los oficiales levita y tiros de seda, la escolta presidencial, la artillería de montaña, etc. etc.
La impresión general ha sido inmejorable y ella se ve a grandes rasgos por las amplias escenas tomadas nítidamente en nuestro cinematógrafo, pues es tal su fidelidad, que cree uno estar contemplando realmente el desfile de la tropa.

LEP 1904