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GRUPO DE REFLEXIÓN SOBRE EL MUNDO HISPÁNICO

Revista naval

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Revista naval

El acorazado Garbaldi.

LEP 1904

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1 Lepage 2255
 
2 Eugène Py  
 
LA REVISTA NAVAL
El viernes de la semana pasada efectuóse la revista y desfile de los 28 buques que componen la escuadra de defensa del Río de la Plata.
Desde las tres de la tarde un público inmenso se reunió en el malecón exterior del puerto para examinar la posición de los torpederos, que, poco a poco, fueron colocándose en el orden señalado a cada sección, frente al arsenal de marina fondeando a la cabeza el cazatorpedero Espora. Cerca de las cinco acudió el ministro Betbeder, siendo anunciada su presencia con una salva de diecisiete cañonazos, cuyas detonaciones como las veinte que saludaron media hora después al vicepresidente de la república, doctor Quirno Costa, atrajeron hacia el puerto la atención de todo el Buenos Aires ocupado, que no había podido trasladarse a la ribera. Poco después el ministro recorría la línea de los barcos y regresaba de su inspección completamente satisfecho, yendo a la tribuna cubierta que se había improvisado junto a la Oficina Hidrográfica, y desde la cual presenció el desfile con el vicepresidente, el coronel Riccheri, el doctor Alcorta, el jefe de policía, el intendente de marina, el jefe de estado mayor, varios diputados y oficiales superiores de la armada. La orden de engalanar y zarpar, trasmitida por medio de señales, fue cumplida  con notable precisión, no obstante la prudencia con que debió moverse el Espora para virar, a causa de la falta de agua en el sitio en que hacía la maniobra. Hermoso espectáculo ofreció el conjunto de los buques, precedidos por aquél, desfilando en el orden siguiente: Misiones, [Corilentes], Entre Ríos, Murature, Py, Bathurst, Thorne, Jorge, King, Buchardo, Pinedo y los torpedos números 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 Alerta Ferré y E. Py. Al mismo tiempo se ponían en marcha desde el paraje denominado Pozo de los Franceses (cerca de la boya número 3) los otros barcos de la defensa, ya revistados en la mañana por el ministro, yendo en uno de ellos -el Plata- el jefe superior de la división, capitán de navío Feliberg.
Caras y Caretas, nº 177, Buenos Aires, 22 de febrero de 1902, p. [25].
3 14/02/1902 20 m
4 Argentine. Buenos Aires.
 

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19:/03/1902 Argentine. Buenos Aires. Sala de prueba de la Casa Lepage    
 
Después de ver el lastimoso estado de los personajes terrestres que por su mala ventura corrieron aquella aventura marítima, tan honrosa corno aflictiva, se explica la supresión del viaje hasta San Blás. Es que a bordo de la fragata, del presidente abajo, se incubaba una sublevación general de los huéspedes. El cinematógrafo, operando silenciosamente, ha pintado la situación debida al terrible mareo que dominaba a los grupos humanos, sin respeto a jerarquías. El presidente de la República, con un aire de trasnochado, yace estirado en una 'chaise longue' de lona, sin presentar el más ligero conato de pose elegante. Él, que no le pierde pisada a los objetivos que lo acechan en viaje, y se yergue, dejando vagar por sus labios una sonrisa a lo Petronio, entre condecendiente y altiva, allí, ¡nada!. Es un derrumbamiento. El distinguido huésped paraguayo, general Eguzquiza, poco hecho también a los abusos de la mar gruesa, hacen 'pendant' al general Roca. [...] El grupo que los rodea es pintoresco: el comodoro García sonríe, no se sabe por qué; el general Reynolds, guapeando, hace equilibrios vidriosos; el ministro Wenceslao Escalante suelta un cabo para agarrarse de otro; el coronel Betbeder, tranquilo y risueño, de mucho anteojo, da a entender que por algo se ha dado la vuelta al mundo, y Gramajo, el fiel edecán, mira al presidente con aire enternecido, sintiendo en el alma no poderle echar un cabo en aquella deplorable dificultad. ¡ Y los de Mar del Plata que querían que bajase el presidente! Las vistas que ofrecen este aspecto cómico de la Revista Naval, tienen un fragmento muy novedoso al desfilar los acorazados haciendo salvas cerca de la Sarmiento. Con tanta marejada que mueve a los barcos que pasan y al barco donde está el cinematógrafo, las violentas oscilaciones dan una impresión tocante del viaje a bordo, y se desea vagamente tocar tierra cuanto antes...
El Diario, Buenos Aires, jueves 20 de marzo de 1902.

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