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- Création : 25 mars 2015
- Mis à jour : 10 juin 2021
- Publication : 25 mars 2015
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VILLAVIEJA
Jean-Claude SEGUIN VERGARA
Villavieja, ville de la province de Salamanque (Espagne), compte 1.812 habitants (1897).
1903
El cinematógrafo (Teatro, <20 de enero-< 7 de febrero de 1903)
El cinematógrafo, instalado en el Teatro, ofrece como nueve funciones, por primera vez, en esta población:
Desde Villavieja
Sr. Director de EL ADELANTO:
Amagos de nevadas, hielos intensos, tres o cuatro sesiones de prestidigitación e ilusionismo, visita del diputado y exhibición, por vez primera, del cinematógrafo; tales son los hechos más salientes ocurridos en esta villa desde mi carta anterior.
Y digo salientes porque se salen en efecto de lo ordinario.
*
**
¿Cuándo ni cómo podía soñarse ver desde aquí El Vesubio, Los Alpes, París, Londres, Jerusalén y las calles de agua y edificios de la hermosa Venecia? ¿Quién había de decir a éstos sencillos habitantes que habían de poder admirar sin salir de su pueblo, hermosas perspectivas, paisajes, bellísimas escenas de salón y de campo y pasajes cómicos con toda su acción y colorido?
Pues esto se ha hecho y… honor a mis paisanos! Al llenar el teatro de bote en bote y aplaudir con entusiasmo lo que en realidad era grandioso, han dado una muestra de saber o al menos de querer saber apreciar los adelantos de la ciencia.
El cinematógrafo, aparato poco más que de pasatiempo pueril en las ciudades, ha resultado aquí poderoso elemento instructivo de las muchedumbres.
¡Lástima que entre sus proyecciones fotográficas haya algunas de gusto chocarrero y menos serio!
Por lo demás, quede sentado que es cosa que ha gustado, y grande para un pueblo. No todos vivimos en ciudad… y aunque viviésemos.
[…]
EL CORRESPONSAL
Enero 1903.
El adelanto, Salamanca, martes 20 de enero de 1903, p. 1.
Poco después, el corresponsal completa la información sobre el público que ha acudido a ver el cinematógrafo:
Desde Villavieja
[…]
Y vamos a otra cosa. El cinematógrafo de que ya hablaba en mi carta anterior, ha resultado la preocupación constante de estos vecinos durante la mayor parte de las noches de la quincena anterior.
En todas las funciones (creo que fueron nueve) el teatro se vió lleno de bote en bote de individuos del pueblo y forasteros. Bien es verdad que los cuadros presentados lo merecían y que la intensidad de luz suministrada por la fábrica de la eléctrica, permitía poder admirar con detalles vistas tan hermosas como las proporcionadas en la vuelta al mundo, viajes por el litoral de España y Francia, sección de gimnasia en un colegio de Burdeos, y otras.
Satisfecho debe de haber ido de su excursión a este pueblo el señor Matías, y así lo dijo al dar las gracias en su función de despedida, manifestando sus propósitos de volver pronto para exhibir y hacer que se admiren nuevos cuadros con los que piensa aumentar el lucido y ya rico arsenal que hoy posee.
Y vuelvo a la prosa de la vida en que después de todo vienen a resolverse todas las cuestiones.
¿Por qué el explotador del cinematógrafo se ha llevado de aquí 1.000 pesetas? Primero porque las había; y luego porque estas gentes conocen el uso del dinero. Guardarlo y acapararlo para esclavizarse a su poder, es cosa que si un día estuvo en auge, hoy ya se tomaría por locura o insensatez. Los hombres de hoy así como saben ganarlo, saben también con él proporcionarse satisfacciones; y cubiertas las primeras necesidades corporales, entienden de rigor aten-[sic] también a las del espíritu. Un rato de solaz y esparcimiento, rara vez y después de las fatigas del día, es cosa agradable e higiénica, porque con él el alma se engrandece y ensancha, sobre todo al poder contemplar magnanimidades y bellezas.
Al cabo aquélla, si la salud ha de ser cabal, necesita también su alimento como el cuerpo el pan, y éste, gracias a Dios, por aquí no escasea. Como que los labradores arden en deseos de ir dando salida a los trigos sobrantes, cosa que no pueden realizar por el estacionamiento o depreciación que sufren en los mercados actuales; siendo esto de sentir tanto más cuanto que los sembrados no han podido rehacerse aún de los daños sufridos por las lluvias, y no es por tanto de esperar, si Dios no lo remedia, una abundante cosecha.
Hasta otra en que le hable de… lo que salga.
EL CORRESPONSAL.
El adelanto, Salamanca, sábado 7 de febrero de 1903, p. 1.