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Luis Graner, todavía joven, a los quince años sale para Puerto Rico para aprender el comercio con un amigo de su padre. Son años complicados en los que tiene que buscarse la vida. Casi cinco años más tarde, de regreso a Barcelona, decide dedicarse a la pintura e ingresa primero en una academia particular, y a los 20 años, se matricula en la Academia de Bellas Artes donde consigue todos los premios. Tras un viaje a Madrid para estudiar la pintura en los museos, abre una academia en la Ciudad Condal. Es pensionado en París, entre 1886 y 1891 y recibe un premio en la Exposición Universal de Barcelona (1888). Empieza a ser conocido y puede vender su pintura. Su tema favorito son las escenas nocturnas con luz artificial. Se convierte así en un pintor exitoso y algo comercial. Profundizando en su arte, reorienta su pintura hacia 1894, realizando obras más exigentes: La Fuga (1894), La hora triste, Cambio de crisol, Pesca á l'encesa (con fogatas), Los contrabandistas, El entierro de la sardina... 

Luis Graner en su estudio
Album Salón, año 1904, p. 107.

En 1904, con la apertura de la Sala Mercé, su carrera se reorienta hacia experimentos vanguardistas en los que va a asociar los espectáculos escénicos, la música, la pintura, el cinematógrafo, las películas "habladas" con la colaboración de Adrià Gual, Antonio Gaudí, Segundo de Chomón, Salvador Alarma... De hecho presenta dos patentes: "Un procedimiento mecánico para la exhibición sucesiva de pinturas" (nº 34709 del 15 de septiembre de 1904) y "Un procedimiento para la producción de proyecciones cinematográficas acompañadas de sonidos correspondientes á la realidad de las escenas representadas por tales proyecciones" (nº 34710 del 15 de septiembre de 1904), ambas concedidas. Esta última es una simple asociación entre la cinta cinematográfica y actores que van diciendo los diálogos que se ven en la pantalla. Otro experimento, son las cintas Artistas y literatos catalanes:

«UNA VISIÓN NOVÍSIMA en la “Sala Mercé”
Ayer, conforme anunciamos, se inauguró ante el selecto público que de continuo se renueva, en la “Sala Mercé”, la visión do las películas íntimas de los hombres que actualmente constituyen la intelectualidad catalana, sorprendidos en un momento de su vida habitual.
La idea no puede ser más feliz, ni la ejecución más esmerada y perfecta.
El eximio artista don Luis Graner, que dirige personalmente la impresión de las películas cinematográficas, ha escogido los fondos de las escenas, los momentos perpetuados por la fotografía y el tiempo de la exhibición, con tal acierto, que todos los cuadros resaltan interesantísimos y documentados expertamente.
Una rápida descripción de esa parte del espectáculo de la Sala Mercé bastará para que nuestros lectores formen concepto aproximado de su novedad y de su valía como medio da cultura, y como tributo á algunos de los que en esta tierra sobresalen en el campo de las artes y de las letras.
Comienza ese que pudiera llamarse “viaje alrededor del cerebro de Barcelona” por la visión del interior del taller de Ramón Casas.
El notable y sugestivo artista está sentado frente á su caballete de trabajo y aparece en el momento de esbozar sobre la tela la figura de una gentil niña, hermosa criatura que parece sugerir al artista una de aquellas deliciosas cabecitas que son el encanto de los ojos.
Ramón Casas, con una espontaneidad ni un instante supeditada a la observación del objetivo, imprime con rasgo nervioso sobre la tela su rápida visión del original que tiene delante.
Mas el fotógrafo, atraído por tantos elementos de arte como hay en el taller de Casas, ladea la cámara de la máquina y pasea la mirada por la habitación, haciéndonos ver los cuadros y dibujos allí coleccionados, de manera que además del artista, vemos detalladamente el sitio donde se han producido obras tan admirables y que tan alto han puesto aquí y fuera da aquí el prestigio de la pintura catalana.
Este procedimiento de exhibición de los ambientes en que fecundan y producen nuestros artistas y literatos, siguese con los restantes modelos cinematografiados; de manera que la visión es, además de interesante para la curiosidad, instructiva para la observación.
Aparece luego Enrique Clarasó modelando una figura da niño, muy bien colocada. El notable escultor imprime sus dedos en la dócil masa de barro, resultando esta escena, como la anterior, muy interesante.
Modesto Urgell, el maestro en perpetuar las melancólicas visiones de las horas tristes, traza el croquis de una silueta da cementerio; con rasgos resueltos, con aquella su manera personalísima; dibuja como habla.
El maestro da las filigranas pianísticas, don Carlos G, Vidiella, pulsa sobre el obediente teclado una página de Chopín.
Santiago Rusiñol, con su mirada penetrante atisba un momento de la naturaleza, y luego, como si temiese que el espléndido modelo cambiara de aspecto, traslada á la tela la impresión que se refleja en su retina: es el Rusiñol que ha enriquecido todos los museos del mundo con sus jardines luminosos, de árboles recortados, de aguas estancadas, de estatuas con patina de legado secular.
A seguida, como evocado por el deseo del espectador, aparece el Rusiñol poeta; sentado al borde de un surtidor de mármol blanco, escribiendo una página del Jardín abandonado, como si se la dictara la naturaleza misma, que yace allí olvidada de todos, menos del poeta que la revive y la evoca.
Vemos a Arcadio Mas y Fondavila pintando en plain-air el retrato de una adolescente; vemos á Luis Graner tratando de sorprender la expresión de Rusiñol, también al aire libre; mas el pintor-poeta, que es todo vida que se desborda, sujeto allí en la silla del modelo, cabecea un sueño y al fin se sacude del compromiso y se levanta desenfadadamente. Es una escena simpática é interesante como pocas.
Vemos á José Llimona modelando una de las colosales figuras para el monumento del doctor Robert.
La mano del genial escultor imprime su voluntad al barro, como la garra del hombre que, convencido de la interpretación, impone su voluntad á mármoles y bronces.
Mientras dura la visita al taller de Llimona, la orquesta completa la sugestión interpretando el himno que compuso el maestro Nicolau á la memoria de aquel gran patricio.
A estas visiones seguirán otras no menos notables, tales como el maestro Millet con el “Orfeó Catalá”, Gual dirigiendo un ensayo del “Teatre Intim”, el templo de la Sagrada Familia y otras muchas, que habrán de sorprender y agradar, porque serán documentos de nuestra vida intelectual. Porque esas películas que ha ideado el señor Graner llegarán á constituir algo así como el índice de cuanto en Barcelona se haga notar por su significación elevada y relevante en las manifestaciones de la inteligencia y el trabajo.»

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La Vanguardia, Barcelona, 25 de marzo de 1905, p. 8.

Intenta difundir sus experimentos por Cataluña y los presenta en Arenys de Mar (Casa Milans, agosto 1905). La experiencia dura cuatro años. Durante el mismo periodo, Lluis Graner se convierte en promotor artístico del Teatro Principal donde presenta obras de dramaturgos como Ángel Guimerá y conciertos de músico como Pablo Casals, Enrique Granados...:

PRINCIPAL.—Ayer se posesionó del teatro Principal su nuevo arrendatario el eximio pintor don Luis Graner quien trata de introducir en el mismo grandes reformas materiales de decorado é iluminación, habiendo ya comenzado las de restauración de la fachada.
En la Sala Mercè, donde se han abierto las listas de abono, ha acudido lo mejor de la sociedad barcelonesa, que dará gran esplendor a las novísimas veladas del Principal.
La inauguración de los espectáculos Graner será el día 12 de los corrientes y las funciones de abono el 16.
El señor Graner, si realiza felizmente sus proyectos, podrá enorgullecerse de haber logrado lo que tantos han intentado: remozar el vetusto decano de los coliseos barceloneses.

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La vanguardia, Barcelona, 3 de octubre de 1905, p. 6.

Estos curiosos y novedosos experimentos causan la ruina del pintor que tiene que volver a la pintura para poder sobrevivir.

En agosto de 1908, fallece, en San Hilario Sacalm, su hermano Ramón Graner Arrufi, abogado en Barcelona del que hereda, lo cual le va a permitir vivir más desahogado y lanzarse en nuevas experiencias. En febrero de 1910 sale con su familia para Estados Unidos donde va a probar fortuna luego recorrer el continente americano durante años: Brasil (1913), Uruguay (1921), Cuba (1922). A partir de 1924,  la prensa española señala que el pintor sigue en Estados Unidos y vive en la miseria. Finalmente regresa a Barcelona, en marzo de 1928. En la sala Parés, en noviembre, se abre una exposición de sus cuadros. Luis Graner fallece pocos meses después.

Agradecimientos

Rosa Cardona

Filmoteca de Catalunya

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1905

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