[...] se organizó la comitiva con objeto de desfilar por las principales calles, hasta la casa que había sido galantemente ofrecida por el señor Don Sixto García, para que sirviera de alojamiento visitante. Este paseo resultó vistosísimo, pues tomaron parte en él todas la personas que formaban la comitiva del señor General Díaz. Los visitantes de honor eran conducidos en elegantísimos carruajes descubiertos. A lo largo del Paseo Montejo se hallaban estacionadas las fuerzas del Estado y los alumnos del Instituto Literario de Niños, de gran uniforme. En todo el trayecto fueron ovacionados hasta el delirio el señor General Díaz y su distinguida esposa. La inmensa multitud de pueblo que se agolpaba en el paseo y en las calles prorrumpía en estruendosos aplausos.El País, México, miércoles 7 de febrero de 1906, p. 1.