Filmé también a un sordo-mudo que todo México conocía por Fra-Diávolo; un enamorado de todas las muchachas, que iba a pasear por la Alameda, y a quienes los miembros del Jockey Club le regalaban los trajes que ya no usaban, para colmarle su debilidad por sentirse elegante y enamorado.SÁNCHEZ GARCÍA José María, Historia del cine mexicano, (edición facsimilar), México, UNAM, 2017, p. 6.