dialogues
Extérieur jour
Manu marche dans la rue. A la devanture d’un magasin, il découvre que l’on vend pour 500 pesetas les montres telles que celle qui lui a été offerte. Il décide de revenir à l’endroit où il a vu son père descendre du bus. Dans un paysage de voies de chemin de fer désaffectées, de terrains vagues et de friches, apparaît le souterrain où son frère se drogue avec d’autres individus.
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El mito y el fantasma
Andrés Ruiz
Tres años atrás, cuando empezó a escribir Ernesto Guevara, también conocido como el Che, Paco Ignacio Taibo II difícilmente hubiera imaginado que su libro alcanzaría el éxito internacional que hoy tiene. De hecho es, sin duda, la biografía más leída del comandante Guevara en el mundo.
--¿Hay ahora una suerte de chemanía?
--No, ese nombre le dan los que no comprenden la insólita popularidad del comandante. Son quienes no entienden los amores por el Che de los jóvenes descamisados de este continente, de las comunidades campesinas, ni la simbología y este extraño ritual del panteón en que vivimos, donde los muertos comparten espacios con nosotros. […] Asimismo, hay algo que tiene una profundidad y un nivel subterráneo mucho más interesante: el adolescente que sigue colgando el cartel del Che en la puerta de su cuarto o el que se pone la camiseta con su imagen en una sociedad mojigata. Este intento de recuperación es francamente interesante. […]
``A mí, sin embargo, me gusta el personaje provocador, irreverente, el que reta al poder, a sus formas y estructuras; agresivo, burlón, violentador de realidades por vía del hecho. Ese es un Che para todos, no necesariamente asociado a la propuesta del foco guerrillero de los años sesenta.''
--Has hablado del mito y del fantasma del Che, ¿qué significa esto?
--Me gustan las sociedades con mitos. Hay un proceso de elaboración en el caso del Che, que es más fantasma que mito, porque tiene la cualidad de incomodar, de asustar, de aparecer cuando nadie lo piensa y que te dice: ``¿qué esperas?, ¿que alguien te dé permiso para cambiar el mundo?''
--¿El mito sería entonces un nicho y el fantasma un ejemplo?
--El mito es un espacio cómodo, al igual que la sacralización. Existe el peligro real de convertir al Che en fenómeno religioso y redogmatizar su pensamiento, en lugar de presentar al hombre que siempre elaboró sobre el esquema de que la mejor manera de decir es hacer. […]
--Parece lógica la aproximación al Che en América Latina, pero la pasión europea, ¿de donde viene?
--De una juventud a la que la oferta neoliberal ha dejado insatisfecha, que sabe que por ahí no va. La oferta de las sociedades blandas, del consumo bobo, el mundo sin destino, la vida sin pasiones, y entonces hay un retorno a la búsqueda de la utopía, y el Che representa justamente eso.
http://www.jornada.unam.mx/1997/10/09v
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Dulcinea
Don Quijote ha mandado a Sancho, su escudero, a visitar a su soñada dama. Sancho cuenta su visita imaginaria.
-Yo le dije de la manera que vuestra merced, por su servicio, quedaba haciendo penitencia, desnudo de la cintura arriba, metido entre estas sierras como si fuera salvaje, durmiendo en el suelo, sin comer pan a manteles ni sin peinarse la barba, llorando y maldiciendo su fortuna. -En decir que maldecía mi fortuna dijiste mal -dijo don Quijote-, porque antes la bendigo y bendeciré todos los días de mi vida, por haberme hecho digno de merecer amar tan alta señora como Dulcinea del Toboso. -Tan alta es -respondió Sancho-, que a buena fe que me lleva a mí más de un coto. -Pues, ¿cómo, Sancho? -dijo don Quijote-. ¿Haste medido tú con ella? -Medíme en esta manera -respondió Sancho-: que, llegándole a ayudar a poner un costal de trigo sobre un jumento, llegamos tan juntos que eché de ver que me llevaba más de un gran palmo. -Pues ¡es verdad -replicó don Quijote- que no acompaña esa grandeza y la adorna con mil millones y gracias del alma! Pero no me negarás, Sancho, una cosa: cuando llegaste junto a ella, ¿no sentiste un olor sabeo, una fragancia aromática, y un no sé qué de bueno, que yo no acierto a dalle nombre? Digo, ¿un tuho o tufo como si estuvieras en la tienda de algún curioso guantero? -Lo que sé decir -dijo Sancho- es que sentí un olorcillo algo hombruno; y debía de ser que ella, con el mucho ejercicio, estaba sudada y algo correosa. -No sería eso -respondió don Quijote-, sino que tú debías de estar romadizado, o te debiste de oler a ti mismo; porque yo sé bien a lo que huele aquella rosa entre espinas, aquel lirio del campo, aquel ámbar desleído. -Todo puede ser -respondió Sancho-, que muchas veces sale de mí aquel olor que entonces me pareció que salía de su merced de la señora Dulcinea; pero no hay de qué maravillarse, que un diablo parece a otro. -Y bien -prosiguió don Quijote-, he aquí que acabó de limpiar su trigo y de enviallo al molino.¿Qué hizo cuando leyó la carta? -La carta -dijo Sancho- no la leyó, porque dijo que no sabía leer ni escribir; antes, la rasgó y la hizo menudas piezas, diciendo que no la quería dar a leer a nadie, porque no se supiesen en el lugar sus secretos, y que bastaba lo que yo le había dicho de palabra acerca del amor que vuestra merced le tenía y de la penitencia extraordinaria que por su causa quedaba haciendo. Y, finalmente, me dijo que dijese a vuestra merced que le besaba las manos, y que allí quedaba con más deseo de verle que de escribirle; y que, así, le suplicaba y mandaba que, vista la presente, saliese de aquellos matorrales y se dejase de hacer disparates, y se pusiese luego luego en camino del Toboso, si otra cosa de más importancia no le sucediese, porque tenía gran deseo de ver a vuestra merced. Rióse mucho cuando le dije como se llamaba vuestra merced el Caballero de la Triste Figura. Preguntéle si había ido allá el vizcaíno de marras; díjome que sí, y que era un hombre muy de bien. También le pregunté por los galeotes, mas díjome que no había visto hasta entonces alguno. -Todo va bien hasta agora -dijo don Quijote-. Pero dime: ¿qué joya fue la que te dio, al despedirte, por las nuevas que de mí le llevaste? Porque es usada y antigua costumbre entre los caballeros y damas andantes dar a los escuderos, doncellas o enanos que les llevan nuevas, de sus damas a ellos, a ellas de sus andantes, alguna rica joya en albricias, en agradecimiento de su recado. -Bien puede eso ser así, y yo la tengo por buena usanza; pero eso debió de ser en los tiempos pasados, que ahora sólo se debe de acostumbrar a dar un pedazo de pan y queso, que esto fue lo que me dio mi señora Dulcinea, por las bardas de un corral, cuando della me despedí; y aun, por más señas, era el queso ovejuno.
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, cap. XXXI, "De los sabrosos razonamientos que pasaron entre don Quijote y Sancho Panza, su escudero, con otros sucesos", 1605.
pistes pour l'analyse
Con este dossier, entramos de lleno en la noción « Mitos y héroes » cuya particularidad estriba en la subjetividad que conlleva. En efecto, la visión que cada uno tiene de un mito o de un héroe varía según las personas, las culturas y las épocas. El héroe es esa persona que va a suscitar la admiración al superar diversas adversidades. El paso del héroe al mito se hace mediante la construcción que cada cual realiza según la época, las circunstancias, etc., lo que le confiere cierta debilidad por no decir un carácter efímero. A veces, se entabla un proceso de desmitificación cuyos ejemplos se hallan no solo en la realidad sino también en la ficción. Huelgaría detenerse en dicho proceso a partir de la secuencia 51 de la película Barrio.
La secuencia se identifica mediante una escena de fuerte tensión emocional cuando Manu descubre a este hermano en una situación insospechada hasta entonces. La realidad dista mucho de lo que le solía decir el padre quien se pasaba el tiempo poniendo por las nubes a este hijo trabajador, generoso y solidario. El padre va a alimentar el mito de un hijo que se sacrifica y trabaja para mantener a su familia. La imagen de ese héroe se derrumba en el momento en que las miradas de los hermanos se cruzan en ese túnel sombrío y sórdido ocupado por los yonquis de la ciudad. El punto de partida de esta desmitificación es el escaparate de una tienda. Le llama la atención el reloj que su hermano le ofreció (según el padre). Empieza una investigación que se estirará a lo largo de esta escena hasta alcanzar el clímax. El camino que emprende, semejante a un recorrido iniciático, lo conduce hacia las afueras, hacia una vía en desuso, hacia esa guarida donde descubrirá el pastel. Le acompaña una banda sonora explícita, con un ritmo repetitivo que pone de realce esta pesquisa. Conforme va adentrándose por el túnel, va descubriendo ese inframundo hecho de porros, droga y jeringuillas. La cámara enfoca una jeringuilla de la cual parte para descubrir a su amo : el hermano. Un hermano harapiento, sucio, drogado, que no tiene nada que ver con el héroe alabado por el padre.
En la memoria colectiva, existen también estos procesos de desmitificación. Por ejemplo, uno de los personajes históricos más famosos : el Che, cuya figura es recuperada, hoy día, por los jóvenes. Se vuelven hacia un personaje emblemático de la rebelión pero a la vez sin conocerlo realmente. El articulista muestra cómo el agarrarse al mito es revelador de la necesidad de oponerse a una sociedad con la cual no logran identificarse por ser demasiado conservadora y blanda. No importa si para ello modifican los valores que defendió el revolucionario. Pues, cada cual puede valerse de un mito para amoldarlo según sus cóleras, anhelos o esperanzas. Lindamos con la temática de la falsedad, la ilusión, que remite al término usado por Andrés Ruiz : « fantasma », es decir una apariencia sin realidad.
Ahora bien, si nos fijamos en ciertos personajes de ficción, encontramos similitudes. Los más famosos de nuestra cultura hispánica son Don Quijote y Dulcinea. Don Quijote, uno de los primeros antihéroes de la literatura por tener rasgos banales, opuestos a los valores del héroe, en su delirio, se equipara a esos protagonistas de las novelas de caballerías. Pero, no es joven, no está para andar por esos mundos ayudando a los desamparados, su galantería para con las damas es desusada. Para él, su dama es toda una heroína, bella, elegante y delicada. Remite a una visión mítica que va a desarrollar frente a un Sancho Panza pragmático y perplejo. El diálogo aquí propuesto nos mueve a risa cuando el escudero intenta desmitificar esa imagen de princesa cuando en realidad el pobre hombre se ha enamorado de una campesina grosera. La idea de la subjetividad queda demostrada y clara a la luz de este ejemplo y del lirismo excesivo empleado por Don Quijote. No obstante, se guardará el aspecto positivo cuando hoy se evoca a una amada mediante el uso del sustantivo « Dulcinea ».
En resumidas cuentas, sea en la realidad, o sea a través de héroes míticos de la ficción, el nacimiento del mito es asunto de subjetividad, lo que supone una modificación, una evolución o una desaparición. A veces, la desmitificación puede dar paso a una nueva comprensión de los seres, del mundo. Si volvemos a la película, ¿no será el padre el héroe real en la vida de Manu?
Se podrían desarrollar los ejes de reflexión siguientes:
- Del héroe al mito.
- ¿El mito al servicio de anhelos propios?
- Desmitificación, de la ilusión a la realidad.